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11/3/09

Mala Racha

Hoy me he despertado filosófica. Por eso, les pido que, por favor, se paren 5 minutos a mirar por la ventana de su casa y reflexionar. ¿Sobre qué? Bueno, se me ocurren varias posibilidades pero hoy estoy indignada con una de ellas: la poca fortaleza interior de las personas.


Resulta que hemos visto como toda la vida nuestros abuelos y padres han trabajado sin parar, sin rechistar, nos lo han pagado todo (de hecho a mi, me lo siguen pagando), nos apoyan, solucionan problemas que de planteárseme a mi ahora mismo no sabría ni por donde empezar y, además, encuentran sitio para vivir como quieren y ser felices a su modo.



Son luchadores, señores y señoritas. Personas hechas de otra calaña, han vivido cosas que ni de lejos podríamos afrontar ahora nosotros. Han protestado y luchado por su libertad y sus ideales, han vivido una dictadura y la transición. Les han enseñado a caminar siempre hacia delante y a nunca rendirse. Son personas que, a pesar de verse en algún momento con la mierda hasta el cuello, ni se les ocurrió ir a un psicólogo a llorar, tomar antidepresivos, o simplemente rendirse y dejarse ir (cierto que algunos sí, pero hablamos en términos generales), porque “así es la vida de perra” y punto.


Miren a sus padres a la cara, piensen en el largo camino de vida que llevan recorrido, notarán como el respeto y una creciente admiración aparecen donde más o menos se encuentra el estómago.


Luego estamos nosotros, que nos quejamos porque no tenemos dinero para salir un fin de semana o porque no podemos comprarnos algo que nos encanta y, sin lo cual, no podemos vivir, o eso parece. Sin embargo, me miro a mi y a mis amigos y tenemos ropa con la que vestirnos (y no poca, a decir verdad), comemos todos los días, tenemos un techo y una cama la mar de confortable. Y, aún así, nos quejamos.



Hace poco me enteré de que varios conocidos/amigos míos están tomando antidepresivos, ansiolíticos, pastillas para dormir, etc. ¡Con 22 años! Me da por pensar y solo llega a mi una pregunta: Si con 22 años no pueden aguantar la “insoportable carga” de la vida… ¿Qué harán con 30 años, 2 hijos, hipoteca, crisis económica, letras del coche y problemas conyugales y/o laborales? Seamos razonables por una vez, por favor. Que lo tenemos TODO.


Quejarse es muy fácil. Tan fácil que una vez te instalas en la posición de víctima quejica es difícil querer volver a ser fuerte y autónomo. Es mucho más cómodo que nadie espere nada de ti porque “estás mal” o “estás deprimido y hay que entenderlo”. La frase más escuchada en ellos fue “Estoy mejor, pero poco a poco, va a ser un camino largo” y “Al principio de tomar los antidepresivos me sentía mejor pero ahora ya es que si no los tomo me siento fatal”. Seguro que a todos se os ocurre alguna respuesta a eso. Las que me vinieron a mi a la mente fueron: bueno, no tiene porqué ser tan lento el proceso, podrías acelerarlo un poco poniendo de tu parte; normal que te sientas fatal si no los tomas, los antidepresivos son altamente adictivos.


Pero lo que más ganas me daban de decirles (lo cual no hice porque “lo están pasando mal”) es: Joder! Espabila, que la vida son dos días y los estás perdiendo lamentándote de lo asquerosamente triste que es tu vida. Pero mira a tu alrededor: tus familiares están sanos, tienes para vestirte y comer, una casa, ¡tienes hasta coche! Los antidepresivos no son un puto milagro, te ayudan a sentirte mejor para que tú salgas del pozo de mierda, no te sacan ellos solitos de él. ¡No tienes problemas reales! ¡No te falta de nada! MIRA A TU ALREDEDOR, coño, todos hemos tenido una mala racha, y las que quedan por venir.


Somos unos Hipócritas y nos hemos acomodado tanto a ello que nos da igual.


Como decía Luis Piedrahita: “Yo me indigno”.

3/1/09

¿Te Gusta Conducir?


La vida nos aguarda con sorpresas en cada esquina por la que cruzamos. Hoy aquí, mañana allí. No podemos predecir prácticamente qué será de nosotros en un año porque quién sabe qué nos deparará el mañana. A veces envidiamos a las personas cuya vida es predecible, aquéllas que saben dónde van a estar dentro de 6 meses: en el mismo lugar.


Si nos descuidamos llegará un día en que nos preguntaremos: ¿Cómo he llegado yo aquí? Analizamos la cadena de sucesos que nos han llevado a ese punto concreto de nuestra vida, sonreímos y pensamos: ¿Quién me iba a decir a mí hace un año….? Utilizando la ya explotada metáfora del anuncio de BMW, podemos decir que la vida es como una carretera, con sus curvas, sus altos y bajos, las autopistas, las carreteras tan transitadas día a día…

Hay etapas en la vida que están llenas de curvas. Si te sabes el camino, todo va bien, porque sabes lo que te vas a encontrar después de la siguiente. Pero ¿Qué pasa cuando no lo conoces? Vas a ciegas, sorprendiéndote con lo que encuentras al otro lado o asustándote porque es algo que no esperabas.


Otras etapas están llenas de altibajos. De repente estás subiendo la montaña, mirando a derecha o izquierda y admirando el paisaje que te rodea. Si lo asimilamos es como esos momentos en que nos paramos, tomamos altura y analizamos nuestra vida objetivamente, viéndolo todo desde fuera, desde arriba, con perspectiva. Sin embargo, todo lo que sube, baja. Al llegar abajo volvemos a ser la misma hormiguita que se afana por mirar por encima de la hierba, otra vez siguiendo el camino marcado para llegar a nuestro destino.


Hoy he descubierto una nueva visión de la carretera: La niebla. Esa molesta neblina que no te deja ver más allá de un par de metros. Te pones tenso, ahora sí que no vale conocer o no el camino, los baches y las curvas. Parece que no hay nada más en el mundo, que la carretera va a terminar repentinamente justo delante y que a los lados no hay más que precipicios. No hay estrellas que nos orienten o paisaje que nos entretenga. Me recuerda mucho a mi vida ahora mismo. De repente te descubres con la espalda y el cuello en tensión, siempre a la espera de lo que vendrá, sin nada demasiado claro… sin avisar aparece una curva cerrada, frenas para no salirte de la carretera y vuelves al camino marcado. Todo lo que ves a tu alrededor es difuso y lugares que en otras ocasiones son tranquilizadores o familiares dan miedo, te planteas incluso si sabes dónde cojones estás.


Sin embargo, la niebla se disipa en algún momento y es tan agradable el alivio que te olvidas casi de la carretera que se dibuja perfectamente enfrente de tus ojos. Los hombros se relajan, te fijas en todo lo que antes no veías: un cartel, las estrellas, más coches… Una larga línea negra aparece y te sientes seguro porque ahí está tu camino, bien marcado. Creo que muchas personas se toman la vida de igual manera que se toman la carretera: unos con respeto, otros a toda velocidad sin pensar en lo que viene después, otros se la toman a risa, o algunos como algo pasajero cuya única finalidad es llevarles a un fin concreto.



También debemos tener en cuenta las modalidades de viaje: cuando conduces solo, con compañía agradable, cuando vas en bus o con amigos a un viaje… porque no es lo mismo tomar decisiones durante 500 kms que acomodarte tranquilamente en tu asiento y esperar a que te indiquen que has llegado a tu destino. Yo creo que, además de disfrutar del camino, de lo bueno y de lo malo, de las sorpresas, también debemos aprender a disfrutar de cada desvío. Por ello, creo que la pregunta que debemos hacernos es: ¿Nos Gusta Conducir? O ¿preferimos que nos lleven?

11/9/08

La Tolerancia Absoluta ¿Es posible?

¿Podemos tolerar absolutamente todas las ideas y comportamientos de nuestro alrededor? ¿Podemos tolerar igual a una persona de ideología contraria a una de ideología nazi? ¿Podemos tolerar las ideas políticas de los etarras? ¿Y a los fanáticos religiosos?

¿Cuáles son los límites de la tolerancia?

Llevo varios meses dándole vueltas a esto. Muchas personas se proclaman tolerantes y, sin embargo, llegado el momento de su boca salen afirmaciones tales como: “A los etarras habría que matarlos a todos” o “Los neonazis son todos unos H**** de P***, no merecen ni vivir”.

Tal y como yo lo veo si eres tolerante debes serlo para todo, siempre y cuando se respeten determinadas libertades y derechos de los demás. Me refiero, obviamente, a los Derechos Humanos (a la vida, integridad física, libertad ideológica…). Si yo tengo el derecho a expresar mis ideas libremente ¿Por qué una persona de ideología fascista no va a poder hacerlo? ¿Por qué no puede una persona racista expresar sus opiniones y argumentarlas?

Probablemente los que argumentan que si los radicales del nacionalsocialismo de Hitler pudieran acallar mis opiniones con violencia o incluso matándome lo harían, tengan razón. Pero quién soy yo para adelantarme a los acontecimientos. ¿Desde cuándo defendemos el castigo preventivo a todos y todo lo que va en contra de nuestros ideales o modos de vida? ¿Vamos a encarcelar a todos los independentistas vascos por si acaso alguno de ellos comete un atentado? Cierto que los neonazis buscan pelea allá a donde van, salir por el Barrio del Bernabeu de noche no es nada seguro, sobre todo si tienes rasgos latinoamericanos o africanos. Pero también es verdad que los radicales de izquierdas vienen a ser la misma mierda. Ambos defienden sus ideas a través de la violencia, pero no porque ellos lo hagan voy a hacerlo yo también. Tampoco por que seamos tolerantes significa que debamos aceptar este comportamiento, claro que no. Aquí entra en juego el sistema judicial (que no siempre es efectivo, como todo).

Por otro lado, siempre hay una excepción, hay nazis que solo expresan su opinión como podría hacerlo yo, sin vioencia. De hecho, en mi carrera te enseñan que muchas de las garantías de los Derechos Humanos están ahí por ese 1% de los presuntos delincuentes que realmente son inocentes.

Por favor, que nadie me malinterprete. En ningún caso estoy justificando a los que creen que los negros son “mierda”, los árabes unos terroristas y los homosexuales unos enfermos mentales. Por supuestísimo que no. Pero tampoco creo que debamos pegarles a todos un tiro, porque esa es una de las posturas que muchos de ellos adoptan respecto a nosotros y no pienso ponerme a su altura. Matar a una persona simpatizante de los etarra es hacer, exactamente, lo mismo que ellos: quitarle la vida a una persona por sus ideales. Cada uno elige el camino que elige, lo que veo claro es que nadie tiene el Derecho de decidir sobre la vida o la muerte de otra persona. NADIE.

Por eso es que en España la cadena perpetua y la pena de muerte han sido abolidas. Porque se supone (solo se supone) que nuestro sistema carcelario es un método de reinserción. Es cierto que hay personas cuyos actos han sido tan aberrantes y horribles que no merecen vivir, desde mi punto de vista, pero no seré yo las que le condene a la silla eléctrica. Más víctimas no van a resucitar a nuestras víctimas. Por eso admiro a los familiares de las víctimas de ETA que lo condenan con palabras, con actos pacíficos y que se niegan a llegar a su nivel reclamando venganza y su vida.


¿La tolerancia cero es posible? Pues no sé si alguien podrá tener esa capacidad, pero yo, desde luego no puedo quedarme callada cuando un hombre está poniendo a las mujeres de putas para arriba, o cuando oigo a alguien despreciar a los árabes, rumanos, africanos… porque “nos roban el trabajo” o simplemente porque el color de su piel es diferente.

8/9/08

La Perfección

Hay que ver lo que da de sí un día en exámenes. La inspiración me ha llegado hoy como una nevada en pleno verano: innecesaria, inoportuna, pero sorprendentemente agradable. Debería estar estudiando, pero millones de ideas flotan en mi cabeza, algunas sin perfilar, otras apenas comienzan a nacer y otras comienzan a concluirse.

Es algo sabido por todos que las personas necesitamos soñar para no volvernos locos. ¿Qué sería de nuestras vidas sin poder imaginar lo que sería si...? Imaginar las palabras perfectas para el momento perfecto, el beso perfecto, la cena perfecta, el paseo perfecto, el trabajo perfecto.. La Perfección.. ¿La buscamos porque realmente la necesitamos o porque nos enseñan que es lo que hay que buscar? Últimamente la televisión nos lanza sin parar el mensaje de que ser imperfecto es sinónimo de especial, que la perfección está desfasada, que lo mejor es ser natural.. Pero por otro lado las películas siguen teniendo los finales made in Holliwood con el que todos soñamos, las revistas nos muestran a mujeres y hombres perfectos físicamente y los libros historias de amor épicas. Encontrar una historia imperfecta en el mar de información que nos lanzan a diario es como intentar "nadar en gelatina".

¿Cómo son las historias en la vida real? ¿Realmente hay alguna perfecta? Para contestar a esta pregunta primero tendríamos que poder definir la perfección porque, además de deseada es imprecisa y muy muy subjetiva. ¿Qué es la perfección para una ama de casa con 3 hijos y un marido ausente? ¿Qué es la perfección para una veinteañera obsesionada por la moda y los hombres? ¿Qué es para un alto ejecutivo internacional? ¿Y para un dependiente del MacDonalds o para el director de una ONG? ¿Coincidirá la concepción de alguno de ellos con la de otra persona más en el mundo?



Volviendo a las historias de la vida real... Hay un mar de peces ahí fuera lleno de ellas. Y ninguna es perfecta. La maldita perfección tiene la manía de crecer con el tiempo. Así, cuando a los 22 años conseguimos el ideal de perfección que teníamos con 18 años, ya no nos sirve porque ha cambiado. En mi corta vida he llegado a la conclusión de que la perfección no existe y mi definición es tan imprecisa, incoherente y confusa que no creo que nadie la entendiera. ¿Debemos buscar la perfección o ya somos perfectos pero no lo podemos ver? ¿Es cierto que las imprefecciones de una persona la hacen perfecta?

En la búsqueda de la perfección han perecido personas muy valiosas para el mundo. Han perecido miles de mujeres por dejar de comer para tener el cuerpo perfecto, las almas de muchas personas que buscaban un mundo perfecto se han vaciado, al igual que muchas personas han desaparecido en la tristeza de no encontrar el amor perfecto, sabios y filósofos de todas las épocas y países han intenado definirla y les ha obsesionado encontrarla. ¿De verdad es para tanto?

¿No podemos, simplemente, no buscar la perfección y ser tal como queremos ser?

Al Pasado Le Dijo Adios

"Con la mano levantá, al pasado le dijo adios y el futuro que vendrá dicen que pende de un hilo, y el presente aqui contigo, mano a mano, oye mi hermano disfruta el camino" Macaco

Tendemos a mirar al pasado constantemente. Necesitamos saber que está ahí, que gracias a él somos lo que somos, estamos donde estamos, necesitamos recordarlo continuamente incluso hay personas que viven prácticamente en el pasado. ¿Es tan importante? Muchas veces me pregunto qué sería de mi vida ahora mismo si alguna nimiedad de mi pasado hubiera sido diferente. Sabemos que el pasado nos ha hecho fuertes, los momentos de sufrimiento nos han curtido y los momentos de felicidad nos han hecho seguir adelante, pero ¿Qué pasa cuando volvemos atrás constantemente? ¿Cuando pensamos que el pasado fue mejor?

Como dice la canción, ¿Deberíamos decir adios al pasado? ¿Escribir un punto y aparte en nuestra vida? ¿Pasar de página o de capítulo? ¿Sería realemente algo bueno? Creo que es imposible dejar de mirar atrás pero también que es imposible seguir adelante sin pasar página, entonces ¿Qué debemos hacer? Todos tenemos un punto de partida definido y un punto de llegada que intenamos definir constantemente. A veces nos perdemos este maravilloso viaje que es la vida pensando en lo que haremos mañana, dentro de un año o planeando nuestra vida. En definitiva, gran parte de nuestra vida nos la pasamos esperando ese momento oportuno en el que, se supone, haremos lo que siempre quisimos hacer. Sin embargo, ese momento llega y no nos damos cuenta o creemos que no es lo suficientemente bueno para nuestros planes. Siempre queremos más, algo más perfecto.

"La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado en hacer planes" Jhon Lennon

La mayoría de las personas viven pensando en el pasado, en los errores cometidos, en los puntos de inflexión, de grandes decisiones que no sabemos si fueron las adecuadas. La otra parte del mundo vive pensando en lo que vendrá, en el momento de las grandes decisiones, planean, reflexionan y atan todos los cabos para, llegado el momento, tomar la decisión adecuada. Así, solo queda una parte ínfima de la humanidad que prefiere vivir el presente, no siguiendo la máxima "Carpe Diem" sino disfrutando de las pequeñas cosas que el día a día se nos ofrecen. ¿Cuál de estas posturas es la más productiva, correcta o mejor para nuestra calidad de vida? Supongo que cada uno intenta hacerlo lo mejor que puede. La vida, para mi, es un juego del que no tenemos las reglas, nadie nos ha dicho cuál es la mejor forma de vivir, cómo seremos felices o cuándo llegará Nuestro Momento. "

"En la carrera la fatiga es normal, por eso hay que parar a respirar. Mira, el final es para todos igual" Violadores del Verso


No sé cual será la mejor solución. Supongo que hay que tener en cuenta el pasado en la medida en que gracias a él somos lo que somos, mirar hacia el futuro para hacer realidad nuestras metas o sueños y vivir el presente tal y como nos hace feliz y como nos gustaría recordarlo en un futuro.

"Después de todo sé que nada es permanente y que al impaciente se le olvida la miel del presente" Violadores del Verso

13/6/08

Soñemos...


Soñemos... porque parece que es lo único que nos mantiene despiertos.

Soñemos... porque si no lo hacemos no soportaremos lo que tiene que venir.

Soñemos... porque es tan bonito sentir que puede pasar cualquier cosa.

Soñemos... porque es el único momento el que somos realmente libres. Porque podemos soñar lo que queramos, ¿llegan a entender la embergadura de esta frase? TODO lo que queramos, por muy imposible, inverosímil, incoherente o improbable que parezca. Aunque desafiemos las leyes de la física, las normas socialmente aceptadas. Soñemos, porque es nuestra vía de escape, porque necesitamos creer que podemos conseguir lo que queremos. Porque soñando nuestro subconsciente nos muestra más de nosotros mismos de lo que podemos averiguar conscientemente en una semana entera. Soñemos, porque el mundo necesita gente soñadora, que cree que todo es posible, que lo intenta porque quiere vivir su sueño y no soñar su realidad.

Soñar significa mucho para mi, si no fuera por esos sueños en los que puede pasar cualquier cosa que yo desee, no sé como habría llegado hasta donde estoy. Sin soñar que todo es posible, sin imaginarme el futuro una y mil veces. Soñar que besas a la persona a la que quieres en secreto, soñar con algún logro que anhelas, soñar con ver a quien no puedes ver, soñar con lugares que nunca podrás ver, lugares inventados por ti.

Nunca había caído en lo importante que es el mundo de nuestros sueños. Hace poco hablaba con un amigo de lo importante que es nuestra mente. Aprender, conocer, soñar... pueden quitarnoslo todo, pero eso se queda para siempre con nosotros. Es nuestra parcela más privada, la única privada (y no siempre), el único pedacito de este mundo en el que somos TOTALMENTE libres, donde somos la máxima autoridad y no tenemos que seguir las normas, leyes o presupuestos de nada ni nadie. Es nuestro mundo interior, en el que realmente somos nosotros mismos y nos mostramos como somos, ni más ni menos.

Esa pequeña parcela, nadie en el mundo nos puede obligar a olvidarla, a dejarla de lado. Nadie podrá influir tanto en ella como para que dejemos de soñar y de imaginar. Cierto que no es bueno vivir de los sueños, pero las personas soñadoras, si lo pensamos, son las más felices, las que no ven en el futuro nada imposible.


"Hoy, simplemente me arrojaría a los brazos del viento"

5/6/08

El País de la Verdad

Siguiendo en la línea del post “El País de los Mentirosos” aquí dejo la segunda parte, por decirlo de alguna manera. El hecho de pensar en cómo sería una comunidad en la que la mentira estuviera valorada me llevó a pensar en qué pasaría si fuera totalmente al revés. Me explico: es cierto que en nuestra sociedad la verdad está muy valorada y todos queremos que nuestros amigos y conocidos sean sinceros con nosotros pero ¿De verdad queremos una sinceridad absoluta?

Imaginemos que no pudiéramos mentir, que siempre dijéramos lo que pensamos sobre todo y todas las personas y sus acciones. No tendríamos amigos, llegaríamos al mismo resultado que en el otro caso. El hecho de que valoremos que, de vez en cuando (repito, de vez en cuando) nos digan la verdad no significa que nos guste oír siempre la verdad. En primer lugar, no paramos de mentirnos a nosotros mismos constantemente. Por otro lado, los seres humanos mentimos constantemente: sonreímos cuando no nos apetece, correspondemos un abrazo cuando no lo sentimos y no decimos o adornamos muchas de nuestras opiniones para no hacer daño a las personas que queremos.

¿Cuántas “mentirijillas” podemos decir en un día? Supongo que depende de la persona y de sus circunstancias, pero hagamos la prueba, cuenten las pequeñas mentiras que dicen en un día. Yo hoy ya llevo una a la kioskera de mi barrio. Cosas que pasan.

Mentimos para no hacer sentir mal a las personas. Hace poco vi una serie en la que uno de los protagonistas mentía constantemente porque creía firmemente que vale más una mentira que evite el dolor que una verdad dolorosa. Es algo relativo, obviamente, hay veces que queremos que nos digan la verdad porque es un tema importante y hay veces que no queremos saber nada y, de hecho, cuando alguien nos dice cuatro verdades a la cara lo encajamos fatal, sobre todo si son fallos.

Nos callamos los fallos, las críticas, porque es lo que no gusta recibir a los demás, ni a nosotros mismos. Los halagos y las cosas buenas ¿Para qué callarlas? Hacemos felices a nuestros amigos cuando les decimos que les queremos o cuando alabamos alguna de sus acciones o sus méritos. No obstante, hay veces que es necesario decir TODA la verdad. Esas ocasiones a mi me aterran. Llegado el momento de decir la verdad, para que callarse algo, lo digo todo y ya está. Normalmente la cosa no acaba muy bien porque aunque le diga a la persona en cuestión cien cosas buenas que tiene, con que le diga solo una mala ya la conversación se tiñe de negatividad y acaba en discusión o en dolor.

En realidad, creo que no decimos siempre la verdad porque, en el fondo, somos unos cobardes y egoístas, porque nos sentimos mal cuando le hacemos daño a alguien y el hecho de no decirlo hace que durmamos mejor por la noche.

Volviendo al tema central, si todos dijéramos constantemente la verdad no tendríamos amigos y nos volveríamos en personas antisociales y totalmente independientes. Con lo cual, el ser humano, sociable por naturaleza (aunque Kant disiente ligeramente sobre esto) llegaría a un estado de soledad y superficialidad tal que no puede desembocar en otro resultado que la depresión, paranoia y demás síntomas que tendríamos si viviéramos siempre mintiendo.

La única diferencia que se me ocurre entre ambos tipos de “suicidio social” es el hecho de que si dijéramos siempre la verdad moriríamos llenos de dolor, resentimiento y sufrimiento. Es cierto que a veces una mentira para evitar el dolor es mejor que una verdad dolorosa, pero hay veces que es necesario decir toda la verdad. El problema está en diferenciar cuándo procede uno u otra.

Yo creo que prefiero saber toda la verdad. Aunque me duela, quiero tener el derecho a elegir y a equivocarme. ¿Cómo darme cuenta de mis equivocaciones si no sé la verdad?

1/6/08

Lo Que Somos En Realidad

¿Qué es esta sensación tan desoladora? ¿Qué es esto que está pasando dentro de mi?

Siento cosas extrañas en mi área abdominal, cosas que en otras circunstancias podrían significar algo bueno… nervios, alegría, no sé. Pero en este momento, lejos de ser algo así, es como una sensación triste y no sé porqué.

Hay tantas cosas en el mundo que nos perdemos en cada minuto malgastado en nuestra habitación, en nuestra soledad, en el día a día que no sabría por donde empezar a enumerarlas. Tantas personas, historias y sensaciones, tanto que aprender, tanto que escuchar. Lo que más deseo en este momento es estar en otro lugar, en algún lugar del mundo que tenga algo que ofrecerme.

Me imagino una plaza, tranquilidad y mucha gente alrededor. Niños jugando mientras sus madres les vigilan, jóvenes contándose novedades que, seguro, para ellos son de lo más emocionantes, abuelos haciendo lo mismo mientras se fuman un puro y meditan sobre.. ¿sobre qué? ¿Sobre qué meditaré cuando sea mayor?

Quiero llegar a vieja pensando que mi vida ha sido plena, que he vivido lo máximo posible, no entendido en el sentido de desfases y fiestas, sino haber sentido cada momento, cada sensación con gran magnitud. Concentrarme en esas pequeñas cosas que nos hacen seguir adelante. Una sonrisa cuando tu día está nublado, un guiño cuando necesitas reír, una buena película que te haga llorar de alegría, un buen despertar o un sueño agradable.

Tengo tantas ganas de compartir tantas cosas con tantas personas. Necesito expandirme, necesito huir de este lugar, necesito irme lejos para poder encontrarme. Necesito estar sola para probarme. Necesito una conversación que me haga olvidar lo mezquino del mundo, lo jodidamente mal que lo estamos haciendo. Quiero reencontrarme con aquel hombre, que me hizo ver que las cosas pueden ser como queremos que sean. Que todo lo recordaba con una sonrisa, incluso los peores momentos de su vida. Que me enseñó a disfrutar de las pequeñas y grandes cosas que los demás tienen por ofrecernos. Necesito encontrarte.

Pienso y, realmente, no creo en volver a verte. Ahí reside la magia, en que nos encontramos un día y me enseñaste a vivir, sin nombres, sin datos superficiales, tan solo lo que realmente somos, tú y yo. ¿Qué más dará como te llames? Sé quien eres, sé cómo piensas. Las ideas son lo que realmente importa de las personas, su nombre puede ser cambiado en cualquier momento. Ese día, creo que me enamoré de ti, y del mar, y del mundo. Volví a tener fe en el ser humano, una fe que creía dormida, olvidada.

Nunca nadie hizo tanto por mi con tan poco. Podemos creer que eras una señal, puede que simplemente te imagináramos pero lo que nos dejaste es más importante que tu apariencia, tu voz y tus manos. Es lo más bonito que una persona puede regalar a otra: su experiencia, su ser en estado puro. Sin tapujos, sin reservas, solo lo que eres.

Eso es lo que más me impactó de ti. La sinceridad, la transparencia, la claridad con la que ves el mundo y cómo nos dejaste que lo viéramos de la misma manera. Algún día escribiré lo que nos dijiste porque necesito que los demás también lo entiendan.

El problema es cómo explicarlo. Cómo explicar una conexión tan perfecta, cómo explicar con palabras los sentimientos que tuve al abrir los ojos ante el mundo de nuevo. Lo que sentí al mirar a mi alrededor y ver tantas cosas vivas y especiales. Lo que siento desde ese momento al salir a la calle, escuchar el bullicio y sentir la cantidad de energía humana que se desprende de los edificios, de las personas, de todas las cosas creadas por nosotros. Cómo explicar la sensación de pequeñez cuando me doy cuenta de lo insignificante que soy en este mundo, cuando reacciono ante la inmensidad de este mar de personas. Cómo explicar con palabras lo que me enseñaste.

¿Por qué cerré los ojos tanto tiempo? ¿Por qué me dejé llevar? ¿Por qué no reaccioné antes? Afortunadamente, apareciste tú, ahí estabas para devolverme al mundo, para que volviera a ser yo. Por todo ello, necesitaba darte las gracias hoy.

Tan importante fuiste en mi vida y nuestro encuentro duró apenas un par de horas. Cada vez que pienso en lo que sería mi vida sin cada una de las personas que han pasado por ella, me estremezco. La influencia que ejercen los demás en nosotros es tan impresionante que no podría describirlo aquí y ahora. Las personas que están de paso, las que se quedan y las que vendrán, todas ellas son parte de mí, de nosotros, porque todas ellas han aportado algo a mi vida, a mi forma de ver las cosas. Aunque solo sea unas horas en las que me haces reír o un encuentro fortuito cuando necesito contacto con lo que me rodea. Unas lágrimas compartidas en el cine cuando nadie sabe que nos miramos y que, en el fondo, nos gustaría consolarnos.

Una lágrima en la calle, un consejo, consuelo, amor, cercanía, afecto, crecer, expandirnos, llegar más alto, salir, correr, huir, llover, besar, besar, besar, besar a la vida, besar el mundo con cada suspiro, con cada mirada hacia el cielo, con cada amanecer. El sol nos besa al despertar por la mañana y lo hace con toda su fuerza y alegría porque de nuevo está con nosotros. Llegará un día que no sea así. ¿Por qué en vez de corresponderle con tristeza o pereza no lo hacemos con la misma felicidad?

Qué melancólico está el tiempo hoy. Qué melancólica estoy yo. Debería concentrarme más, ahora mismo, en lo que debo hacer y no en lo que quiero, pero eso va en contra de tus enseñanzas. Tengo que crecer y lo voy a hacer.

“Las personas deberían mirarse más a los ojos”

30/5/08

El País de los Mentirosos

Quiero reflejar una idea que no deja de pulularme en la cabeza en este blog. Lo voy a hacer en dos partes. La primera, ésta, El País de los Mentirosos. La segunda, más adelante, denominada "El País de la Verdad".

¿Cómo sería un país en el que en vez de ser valorada la verdad se valoraran las mentiras? ¿Un país en el que las personas mintieran constantemente?


Llevo varios días dándole vueltas. El origen de todo fue uno de mis mejores profesores de la universidad, un gran filósofo y jurista, por cierto.

Los sistemas de valores morales de todas las sociedades que conocemos no suelen variar demasiado con el paso del tiempo, ni entre diferentes culturas. Nunca he leído que en un país o comunidad se permitiera matar o estuviera bien visto mentir. Esta es la premisa de la que hemos de partir. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme si, tal y como dijo mi profesor, en caso de que las mentiras estuvieran bien vistas e, incluso, recomendadas nos conducirían a un "suicidio social".

Aquí se plantean dos posibilidades. La primera es suponer que podemos crear un país en el que sus habitantes, desde que nacen, viven con la mentira y ninguno de ellos ha valorado la verdad o no conocen previamente una sociedad en la que sea valorada. La segunda es suponer que trasladamos personas de nuestra cultura directamente a un país en el que se permitiera mentir y se viera bien.

Creo que, escojamos la opción que escojamos el resultado es, efectivamente, el suicidio social. Ambos caminos llevan al mismo sitio ya que, en el primer caso, la vida de los individuos no llevaría a ningún lado, no avanzarían y las relaciones humanas serían tan pobres que no se esforzarían por tener amigos si quiera. Creo que, al final, acabarían viviendo solos, de forma totalmente independiente y desconfiando de todo a su alrededor. En el segundo caso, el resultado sería el mismo pero más doloroso. Las personas se convertirían en psicópatas, sentirían que no pueden confiar en nadie más que en ellos mismos y eso les llevaría a la paranoia o depresión y, en muchos casos, al suicidio.

Estas sociedades estarían condenadas al fracaso desde el principio de su creación. Los seres humanos, casi por definición, necesitamos creer y confiar en los demás, está en nuestra genética o algo así. Necesitamos creer que, en cierto modo, estamos unidos, que nos apoyamos unos a otros, aunque en determinadas ocasiones nos demos cuenta de que estamos solos en el mundo, de que a la hora de la verdad no hay nadie a tu lado. Esto, creo, es mentira, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos, siempre. A lo mejor es porque yo he vivido una vida de color de rosa, no lo sé, pero tengo Fe en el Ser Humano. Es en lo único que creo, en nosotros, y si todos mintiéramos constantemente nos haríamos tanto daño que nuestra raza nunca se recuperaría de lo que ello supondría.

El sistema de valores es algo a lo que nunca había prestado atención, pero realmente es de las cosas que más importancia tiene en nuestras vidas. Todas nuestras acciones, mayoritariamente, se rigen por nuestros valores y si en algún momento los dejamos de lado, nos arrepentimos y nos sentimos mal. Es como traicionarnos a nosotros mismos.