Hace poco hablaba con un amigo al que le gusta vestirse de mujer para su compañero sexual del momento. Lo que más me impactó de la conversación no fue que le gustara “travestirse” sino que me dijo que él sabía que era raro y entendía que a mucha gente le pareciera una práctica extraña. La verdad es que esto me dio que pensar. Sobre todo en las cualidades que ha de tener una actividad para ser considerada normal. El principal atributo que encontré es la cantidad de personas que la practican. Es decir, si un porcentaje mayor de hombres se vistieran de mujer ya sería normal. Pero al hacerlo unos pocos son poco menos que enfermos sexuales.
Pasa lo mismo con los masoquistas, sadomasoquistas o los vouayeur. Sus preferencias sexuales son distintas a las de la mayoría pero no por eso creo que deban ser marginados o agrupados en asociaciones especiales como si tuvieran un problema. De hecho creo que lo enfermizo en este momento es lo considerado el “sexo normal”. Me explico. Creo que es mucho más sana una relación sexual sadomasoquista. En ellas ambas partes están de acuerdo en los límites. Si a un hombre le gusta sentirse humillado para excitarse sexualmente y a una mujer le gusta dominar ¿Por qué no juntarse y disfrutar juntos? Normalmente, en este tipo de relaciones los límites están muy marcados. Si al hombre le excita el dolor de un látigo contra su piel y a su “ama” le gusta hacerlo ¿Por qué no? Mientras sea voluntario y todo quede claro.
Me parece más sana una relación así, voluntaria y pactada, que las relaciones sexuales que mantienen muchas parejas estables o matrimonios de hoy en día. Las relaciones llamadas “normales” actualmente, muchas veces, consisten en que la mujer se deja hacer y el hombre se folla poco menos que a una muñeca hinchable.
Hace 30 años las personas homosexuales eran calificadas de enfermas mentales. Así, de simple. No es la mayoría, eres un enfermo, un pervertido sexual. Sin embargo, actualmente los homosexuales son perfectamente aceptados en esta sociedad (aunque haya sectores de la sociedad que no lo hagan, que son minoritarios ya) y se sienten seguros mostrando abiertamente su condición sexual.
En mi humilde opinión creo que no hay prácticas raras, sino personales. Cada uno en su cama puede hacer lo que le salga de la punta del pie. Mientras la persona con la que comparta la experiencia esté de acuerdo y disfrute igual ¿Cuál es el problema?
A mi, por ejemplo, no me atraen las prácticas sadomasoquistas, por eso, si viene un tío con un látigo, probablemente no me acueste con él. Pero si a alguien le gusta, oye.. a mi no me molesta. Mientras no haga daño a nadie.