¿Alguna vez te has parado a pensar en la personalidad de los números? Yo no, pero hoy, leyendo el libro de Paul Auster "Creía que mi padre era Dios" he encontrado una opinión muy interesante al respecto.
Escribe Sandra Waller de Nueva York que "el uno es tan poderoso que se atreve a encabezar la marcha de la larga fila de números. Pero está solo. Ay, el uno que no tiene ni uno que lo acompañe ¿Para qué quiere tanto poder si está solo? No es como el afortunado dos, que es parte de una pareja, que no es impar sino par. El peligroso tres rodeado de eléctricos rayos X centelleando a su alrededor. Los rayos mortales de Flash Gordon que matan incluso a Ming el Malvado Soberano del Universo. El Tres es como Richie Swenson, que prende fuego a las papeleras y al que expulsaron del colegio para que no corramos el riesgo de acabar ardiendo. Es el que me llama cuatro ojos ¿Qué tal cuatro ojos?, dice. Richie Swenson, expulsado y libre como el búfalo para vagar por las calles, nunca será como el cuatro: gordo y cómodo y seguro. El cinco es un descapotable rojo. Y el seis es un tipo oprimido que tiene que trabajar horas extra. El siete es la tristeza infinita, de eso sí estoy segura. La pena del mundo pesa sobre sus hombros, un viejo abrigo de penas que no puede sacudirse dfe encima. Ojalá nunca hubiera conocido la pena que significa el siete. Ojalá pudiese olvidarelo, pero ahora permanecerá en mí para siempre, ese conocimiento de la infinita parte del mundo contenida en el número siete. El ocho es responsable y aburrido, y nunca llegara siquiera a enterarase del poder del siete. El nueve es muy listo, pero eso da igual, el nuevo nuneca está satisfecho. Y el Diez los gobierna a todos, vive en una colina en la mejor zona de la ciudad." Concluye su reflexión preguntando ¿Cómo va a poder sumarlos o restarlos? ¿Cómo voy a entrometerme en sus vidas?
Si lo pensamos detenidamente, estas cabilaciones podrían trasladarse hacia las propias personas. Sé que no es algo demasiado trascendental pero es una historia que me ha gustado mucho y quería compartir. Un beso a todos!
Escribe Sandra Waller de Nueva York que "el uno es tan poderoso que se atreve a encabezar la marcha de la larga fila de números. Pero está solo. Ay, el uno que no tiene ni uno que lo acompañe ¿Para qué quiere tanto poder si está solo? No es como el afortunado dos, que es parte de una pareja, que no es impar sino par. El peligroso tres rodeado de eléctricos rayos X centelleando a su alrededor. Los rayos mortales de Flash Gordon que matan incluso a Ming el Malvado Soberano del Universo. El Tres es como Richie Swenson, que prende fuego a las papeleras y al que expulsaron del colegio para que no corramos el riesgo de acabar ardiendo. Es el que me llama cuatro ojos ¿Qué tal cuatro ojos?, dice. Richie Swenson, expulsado y libre como el búfalo para vagar por las calles, nunca será como el cuatro: gordo y cómodo y seguro. El cinco es un descapotable rojo. Y el seis es un tipo oprimido que tiene que trabajar horas extra. El siete es la tristeza infinita, de eso sí estoy segura. La pena del mundo pesa sobre sus hombros, un viejo abrigo de penas que no puede sacudirse dfe encima. Ojalá nunca hubiera conocido la pena que significa el siete. Ojalá pudiese olvidarelo, pero ahora permanecerá en mí para siempre, ese conocimiento de la infinita parte del mundo contenida en el número siete. El ocho es responsable y aburrido, y nunca llegara siquiera a enterarase del poder del siete. El nueve es muy listo, pero eso da igual, el nuevo nuneca está satisfecho. Y el Diez los gobierna a todos, vive en una colina en la mejor zona de la ciudad." Concluye su reflexión preguntando ¿Cómo va a poder sumarlos o restarlos? ¿Cómo voy a entrometerme en sus vidas?
Si lo pensamos detenidamente, estas cabilaciones podrían trasladarse hacia las propias personas. Sé que no es algo demasiado trascendental pero es una historia que me ha gustado mucho y quería compartir. Un beso a todos!