30/10/07

Realidades de Palestina


En primer lugar, quiero citar una frase de Mario Vargas Llosa y hacerla, en cierto modo, mía: “No acepto el chantaje al que recurren muchos fanáticos de llamar “antisemita” a quien denuncia los abusos y crímenes que comete el Gobierno de Israel”. No soy antisemita, ni mucho menos (cualquiera que me conozca sabe que es totalmente al contrario) pero igual que podría escribir y escribiré sobre los abusos a los que los judíos fueron sometidos, también debo hacerlo sobre lo que ocurre en la Franja de Gaza.

Del total de la población mundial, estoy segura que ni siquiera el 80% sabe algo acerca del conflicto armado vivido en la Franja de Gaza y alrededores. A lo sumo, algunos podrán decir que no hay conflicto, que hace años que Israel devolvió a Palestina la porción de tierra que le pertenece después de la Segunda Guerra Mundial, que el conflicto armado allí no existe excepto, claro, algunos ataques esporádicos de Israel a este territorio y que, seguro, que sería culpa de los palestinos que otra vez han llevado a cabo algún ataque terrorista contra los civiles israelíes que no tienen nada de culpa. Los pobres… no quiero que esto último suene como si no me importara, me importa. El problema es que ni siquiera los israelíes saben qué es lo que se está haciendo en su nombre.

Como todos sabemos el pueblo judío ha sufrido, a lo largo de toda su historia como comunidad, desplazamientos, marginación y, por supuesto, el holocausto nazi, del que eran el principal objetivo. Es una comunidad sorprendente. A mi, sinceramente, me fascina. Son pacientes, medidos y razonables. Han sufrido lo indecible, creo que mucho más que cualquier otra comunidad, por el simple hecho de seguir una religión. Ni siquiera los ateos en tiempos de la inquisición fueron tan perseguidos.

Pues bien, después de tanto sufrimiento les llega su recompensa: la tierra prometida por Dios, el Estado de Israel por fin iba a ser creado. Sin embargo, tal y como escribió Walter Laquear “La tragedia del sionismo es que apareció en la escena internacional cuando ya no había espacios vacíos en el mapamundi”. Así, Inglaterra cedió el territorio que tenía en Palestina y que controlaba como colonia para que pudieran instalarse allí. El problema, obvio, por otro lado, es que en dichos territorios ya vivía gente, los palestinos. En un principio el Gobierno de Israel proclamaba un Estado de paz y de armonía entre ambas culturas, cuando, en realidad, ya habían comenzado a desplazar a los Palestinos, a quitarles sus propiedades y a marginarles de la vida tanto cotidiana, como internacional.

He leído artículos sorprendentes en los que tachan a los palestinos de antisemitas radicales, de odiar a los israelitas por encima de todo y de querer exterminarles tal y como ya se intentó en el holocausto Nazi. A mí me parece que eso no tiene ni pies ni cabeza. Imaginemos que, de repente, la comunidad internacional decide instalar en España a una comunidad de Chinos (por ejemplo) porque, por su historia nunca han tenido un país. Si preguntáramos a los españoles creo que ninguno estaría a favor. No creo que ningún país esté de acuerdo en que se cree otro diferente dentro del mismo sólo porque éste último le ha expresado su deseo de hacerlo. El miedo y rechazo de los palestinos, bien justificado como se ha ido demostrando posteriormente, no se dirigía contra los judíos en general. Simplemente, tenían miedo al desplazamiento territorial y a la desposesión de sus propiedades. Me explico, un palestino que tenía una casa en Jerusalén, un trabajo, una familia… de repente se vio sin casa, sin trabajo (y por lo tanto sin dinero) y desplazado, junto con su familia, a lo que llamamos “la Franja de Gaza”.

En esta franja las cosas son alucinantes, surrealistas. Es como un gran campo de concentración. Miles y miles de personas malviven allí no solo porque no tienen comida, agua, luz, etc sino porque viven bajo una presión psicológica que es capaz de volver loco a cualquiera. Israel no solo bloquea y desbloquea el territorio cuando le apetece sino que además ha bombardeado muchas de sus centrales eléctricas, no les deja salir a pescar, bombardea las ciudades arbitrariamente, sin motivo aparente, destruye sus campos, destruye sus vidas, destruye sus esperanzas. El bloqueo israelí al pueblo palestino no es menos grave: nadie puede entrar ni salir sin un permiso especial y, por supuesto, no cabe que se le conceda a ningún o casi ningún palestino; no pueden entrar ayudas humanitarias; no puede comerciar con el exterior ni para importar ni para exportar… en fin, un bloqueo como no se ha visto en toda la historia.

Esto que escribo me nace de muy dentro. No solo porque se está cometiendo un crimen contra la humanidad sin que la comunidad internacional diga nada, no solo porque miles de personas han muerto solo por nacer donde nacieron, no solo porque es injusto sino también porque no me explico, por mucho que lo intente, como los judíos, después de haber vivido lo que han vivido, ahora permiten que en su nombre se haga lo mismo a otro pueblo. Si Israel sigue así, cometerá un genocidio contra los palestinos, les están exterminando y nadie dice nada, NADIE. Naciones Unidas y todos sus organismos están atados de pies y manos porque EEUU veta todas las decisiones contrarias al apoyo a Israel y los civiles de dichos países, qué decir, la mayoría no nos enteramos de nada.

Sinceramente, me avergüenzo de mí misma por no haberme interesado nunca por un conflicto que trasciende de lo real. Leyendo lo que ocurre, noticias, opiniones, relatos de cosas vividas allí, no puedo creerme que Israel siga impune. No puedo creerme que tan solo unos pocos se solidaricen con este pueblo. Bien es cierto que los palestinos han perpetrado ataques hacia Israel: bombas de corta distancia, atentados terroristas, secuestros… en fin. Pero también es cierto que los responsables de ello son un grupo organizado que intentan conseguir la independencia de Palestina (reconocida, por otro lado, por la ONU y por la Liga de Estados Árabes), de manera errónea. Sin embargo, no podemos comparar la magnitud de estos ataques con las represalias que toma Israel en cuanto tiene la mínima oportunidad. ¡Por Dios! Los palestinos luchan con piedras y el ejército de Israel con tanques, aviones, helicópteros y armas que la mayoría de nosotros no sabe que existen. Eso es lo que yo llamo igualdad de armas.


El ejemplo más claro que tengo a mano es la llamada operación “Lluvia de Verano” durante más de un año los civiles palestinos fueron masacrados, maltratados, aislados y asesinados porque una división de Hamás había secuestrado a un soldado israelí.
Es como si el Gobierno Español bombardeara todo el País Vasco cada vez que ETA cometiera un atentado. ¡Qué mas da que los civiles sufran! Seguro que si bombardeamos todo el territorio vasco acertamos a matar a alguno de los terroristas.

Ahora entiendo la impotencia de los palestinos que, supongo, se parecerá a la de los judíos cuando eran hacinados en los campos de concentración mientras los demás mirábamos y no hacíamos nada. Se creen que nos hemos olvidado de ellos, que no pueden hacer nada, están encerrados en su propio territorio y solo pueden pensar en que la siguiente tanda de bombas no les mate ni a ellos ni a sus familiares y amigos.

Me entristece pensar que, realmente, no se puede hacer nada. Cuando estudiaba Derecho Internacional Público recuerdo que pensaba: tantos principios y tantos Convenios para que EEUU haga lo que le venga en gana cuando así lo estime conveniente (era la época de la incursión en Irak). Ahora pienso lo mismo pero respecto a los palestinos. ¿De qué sirven tantos Tratados de Derechos Humanos si no se cumplen? ¿Para qué tanto esfuerzo si luego cualquier país puede incumplirlo? ¿Para qué tantas palabras si luego no hay hecho? Entiendo, como estudiante de Derecho, que la ONU no lo puede todo, al no tener ejército, y aquí viene lo más triste de todo, no puede imponerse para que estas vulneraciones se sigan cometiendo. Está claro que con palabras no se pueden evitar este tipo de cosas, necesitan de la fuerza.

La ironía de la humanidad. Llevamos siglos intentando que los problemas se arreglen de forma pacífica, a través del diálogo pero, realmente, sin la fuerza no podremos conseguir nada. Lo bonito sería que Israel se bajara del burro y concediera a Palestina el territorio que le pertenece y hubiera, así, dos Estados. El problema, en mi opinión es que “la han cagado” mucho. A los gobernantes de Israel les da miedo darle autonomía a una comunidad a la que han machacado porque, supongo que piensan, cuando tengan la fuerza suficiente querrán vengarse de ellos. No creo que eso pase, creo que los palestinos lo único que quieren es vivir en paz, vivir simplemente.

Sólo tenemos una vida y a ellos, aunque no los hayan matado todavía, se la están quitando poco a poco.